Qué es la propiocepción y en qué te afecta su déficit

La propiocepción

En las consultas de fisioterapia manejamos mucho el término propiocepción. En multitud de lesiones, tras reducir el proceso inflamatorio, comenzamos con ejercicios propioceptivos para devolver el buen funcionamiento a la articulación y evitar que la lesión se repita de nuevo.

Pero, ¿qué es la propiocepción? La propiocepción es esencialmente la comunicación existente entre el cerebro y cada una de las partes de nuestro cuerpo. En músculos, tendones, ligamentos o fascias existen una serie de receptores que están continuamente mandando información al sistema nervioso central de la posición y el movimiento del segmento corporal en el que se encuentran. De esta forma, este sistema siempre sabe cómo está posicionado nuestro cuerpo en el espacio.

Cuando tenemos una lesión se dañan en mayor o menor medida las estructuras anteriormente citadas y, además, se destruyen los receptores propioceptivos que hay en ellas. Por tanto, el problema de una lesión no está sólo en la rotura de elementos y en la consiguiente inflamación, sino que también existe una disminución de estos receptores y se ve afectada la calidad y velocidad de la comunicación de la estructura con el cerebro.

Durante el proceso curativo se busca la cicatrización del tejido y la reducción de la inflamación y durante mucho tiempo no se le ha hecho caso a esta desaparición de receptores. Poniendo como ejemplo el esguince de tobillo vemos cómo es común que tras tener ya el esguince «curado», al poco tiempo volvamos a sufrir un esguince en el mismo pie. Esto es debido a que pese a que el ligamento está sanado, no se ha trabajado la propiocepción de la zona y, por tanto, el cerebro tiene una información mala y más lenta de lo que acontece en la articulación.

Cuando sufrimos un desequilibrio en el pie por un tropiezo, estos receptores envían rápidamente una señal al sistema nervioso central avisando de que se está produciendo un movimiento violento y lesivo y éste manda una contracción rápida a los músculos para evitar que el tobillo se doble. Si esta información llega de forma difusa y lenta, los músculos se contraerán de forma poco eficiente y tarde, por lo que habrá un esguince. Esto quiere decir que no todo depende de «fortalecer» la musculatura; sino que, además, hay que mejorar el estado propioceptivo de la articulación para que esta musculatura trabaje mejor y más rápido.

Si presentas alguna lesión con estas características en clínica de fisioterapia y osteopatía Caelum podemos ayudarte.

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